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Best Famous Pero Poems

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Written by Pablo Neruda | Create an image from this poem

Puedo Escribir

 Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: 'La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.'

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oir la noche inmensa, más inmnesa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guadarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.


Written by Federico García Lorca | Create an image from this poem

La Casada Infiel

 Y que yo me la llev? al r?o
creyendo que era mozuela,
pero ten?a marido.
Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las ?ltimas esquinas
toqu? sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos..
El almid?n de su enagua
me sonaba en el o?do,
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas
los ?rboles han crecido,
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del r?o.

Pasadas la zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quit? la corbata.
Ella se quit? el vestido.
Yo el cintur?n de rev?lver.
Ella sus cuatro corpi?os.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los critales con luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de fr?o.
Aquella noche corr?
el mejor de los caminos,
montado en potra de n?car
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena
yo me la llev? al r?o.
Con el aire se bat?an
las espadas de los lirios.

Me port? como quien soy.
Como un gitano leg?timo.
La regal? un costurero
grande de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al r?o.
Written by Bertolt Brecht | Create an image from this poem

Elogio al Aprendizaje

¡Aprende las cosas elementarias!
¡Para aquellos a quienes les ha llegado la hora nunca es demasadio tarde!
Aprende el abecedario. No bastará,
¡pero apréndolo! ¡No dejes que te desanimen!
¡Comienza! Debes saber todo.
Tienes que ser dirigente.

¡Aprende, hombre en el asilo!
¡Aprende, hombre en la prisión!
¡Aprende, mujer en la cocina!
¡Aprende, tú que tienes 60 años!
Tienes que ser dirigente.
¡Busca la esquela, tú que no tienes casa!

¡No tengas miedo de preguntar, camarada!
No dejes que te induzcan a nada.
¡Investiga por ti mismo!
Lo que no sepas tú mismo no lo conoces.
Examina los detalles a fondo;
eres tú él que paga las consequencias.
Pon tu dedo en cada detalle, pregunta: ¿Cómo llegó esto aqui?
Tienes que ser dirigente. 
Written by Federico García Lorca | Create an image from this poem

Romance Son?mbulo

 Green, how I want you green.
Green wind. Green branches.
The ship out on the sea
and the horse on the mountain. 
With the shade around her waist 
she dreams on her balcony, 
green flesh, her hair green, 
with eyes of cold silver. 
Green, how I want you green. 
Under the gypsy moon, 
all things are watching her 
and she cannot see them.

Green, how I want you green. 
Big hoarfrost stars 
come with the fish of shadow 
that opens the road of dawn. 
The fig tree rubs its wind 
with the sandpaper of its branches, 
and the forest, cunning cat, 
bristles its brittle fibers. 
But who will come? And from where? 
She is still on her balcony 
green flesh, her hair green, 
dreaming in the bitter sea.

--My friend, I want to trade 
my horse for her house, 
my saddle for her mirror, 
my knife for her blanket. 
My friend, I come bleeding 
from the gates of Cabra.
--If it were possible, my boy, 
I'd help you fix that trade. 
But now I am not I, 
nor is my house now my house.
--My friend, I want to die
decently in my bed. 
Of iron, if that's possible, 
with blankets of fine chambray. 
Don't you see the wound I have 
from my chest up to my throat?
--Your white shirt has grown 
thirsy dark brown roses. 
Your blood oozes and flees a
round the corners of your sash. 
But now I am not I, 
nor is my house now my house.
--Let me climb up, at least, 
up to the high balconies; 
Let me climb up! Let me, 
up to the green balconies. 
Railings of the moon 
through which the water rumbles.

Now the two friends climb up, 
up to the high balconies.
Leaving a trail of blood. 
Leaving a trail of teardrops. 
Tin bell vines
were trembling on the roofs.
A thousand crystal tambourines 
struck at the dawn light.

Green, how I want you green, 
green wind, green branches. 
The two friends climbed up. 
The stiff wind left 
in their mouths, a strange taste 
of bile, of mint, and of basil 
My friend, where is she--tell me--
where is your bitter girl?
How many times she waited for you! 
How many times would she wait for you, 
cool face, black hair, 
on this green balcony! 
Over the mouth of the cistern
the gypsy girl was swinging, 
green flesh, her hair green, 
with eyes of cold silver. 
An icicle of moon
holds her up above the water. 
The night became intimate 
like a little plaza.
Drunken "Guardias Civiles"
were pounding on the door. 
Green, how I want you green. 
Green wind. Green branches. 
The ship out on the sea. 
And the horse on the mountain.





Original Spanish

 Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la monta?a.
Con la sombra en la cintura
ella sue?a en sus baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fr?a plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la est?n mirando
y ella no puede mirarlas.

 Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha,
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato gardu?o,
eriza sus pitas agrias.
?Pero qui?n vendr?? ?Y por d?nde...?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
so?ando en la mar amarga.

 Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los puertos de Cabra.
Si yo pudiera, mocito,
este trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
Ni mi casa es ya mi casa.
Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las s?banas de holanda.
?No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo.
Ni mi casa es ya mi casa.
Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas,
?dejadme subir!, dejadme
hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
por donde retumba el agua.

 Ya suben los dos compadres
hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de l?grimas.
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal,
her?an la madrugada.

 Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento, dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.
?Compadre! ?D?nde est?, dime?
?D?nde est? tu ni?a amarga?
?Cu?ntas veces te esper?!
?Cu?ntas veces te esperara,
cara fresca, ***** pelo,
en esta verde baranda!

 Sobre el rostro del aljibe
se mec?a la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fr?a plata.
Un car?bano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche se puso ?ntima
como una peque?a plaza.
Guardias civiles borrachos
en la puerta golpeaban.
Written by Federico García Lorca | Create an image from this poem

Adivinanza De La Guitarra

 En la redonda 
encrucijada,
seis doncellas
bailan.
Tres de carne
y tres de plata.
Los sue?os de ayer las buscan
pero las tiene abrazadas
un Polifemo de oro.
?La guitarra!


Written by Federico García Lorca | Create an image from this poem

Muerte De Anto?ito El Camborio

 Voces de muerte sonaron
cerca del Guadalquivir.
Voces antiguas que cercan
voz de clavel varonil.
Les clav? sobre las botas
mordiscos de jabal?.
En la lucha daba saltos
jabonados de delf?n.
Ba?o con sangre enemiga
su corbata carmes?,
pero eran cuatro pu?ales
y tuvo que sucumbir.
Cuando las estrellas clavan
rejones al agua gris,
cuando los erales sue?an
ver?nicas de alhel?,
voces de muerte sonaron
cerca del Guadalquivir.

Antonio Torres Heredia,
Camborio de dura crin,
moreno de verde luna,
voz de clavel varonil:
?qui?n te ha quitado la vida 
cerca del Guadalquivir?
Mis cuatro primos Heredias
hijos de Benamej?.
Lo que en otros no envidiaban,
ya lo envidiaban en m?.
Zapatos color corinto,
medallones de marfil,
y este cutis amasado
con aceituna y jazm?n.
?Ay Anto?ito el Camborio,
digno de una Emperatriz!
Acu?rate de la Virgen
porque te vas a morir.
?Ay Federico Garc?a,
llama a la Guardia Civil!
Ya mi talle se ha quebrado
como ca?a de ma?z.

Tres golpes de sangre tuvo
y se muri? de perfil.
Viva moneda que nunca
se volver? a repetir.
Un ?ngel marchoso pone
su cabeza en un coj?n.
Otros de rubor cansado,
encendieron un candil.
Y cuando los cuatro primos
llegan a Benamej?,
voces de muerte cesaron
cerca del Guadalquivir.
Written by Sor Juana Inés de la Cruz | Create an image from this poem

My Divine Lysis

My Divine Lysis

    Divina Lysi mía:
perdona si me atrevo
a llamarte así, cuando
aun de ser tuya el nombre no merezco.

    A esto, no osadía
es llamarte así, puesto
que a ti te sobran rayos,
si en mí pudiera haber atrevimientos.

    Error es de la lengua,
que lo que dice imperio
del dueño, en el dominio,
parezcan posesiones en el siervo.

    Mi rey, dice el vasallo;
mi cárcel, dice el preso;
y el más humilde esclavo,
sin agraviarlo, llama suyo al dueño.

    Así, cuando yo mía
te llamo, no pretendo
que juzguen que eres mía,
sino sólo que yo ser tuya quiero.

    Yo te vi; pero basta:
que a publicar incendios
basta apuntar la causa,
sin añadir la culpa del efecto.

    Que mirarte tan alta,
no impide a mi denuedo;
que no hay deidad segura
al altivo volar del pensamiento.

    Y aunque otras más merezcan,
en distancia del cielo
lo mismo dista el valle
más humilde que el monte más soberbio,

    En fin, yo de adorarte
el delito confieso;
si quieres castigarme,
este mismo castigo será premio.

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My Divine Lysis (English)

    My divine Lysis:
do forgive my daring,
if so I address you,
unworthy though I am to be known as yours.

   I cannot think it bold
to call you so, well knowing
you've ample thunderbolts
to shatter any overweening of mine.

   It's the tongue that misspeaks
when what is called dominion--
I mean, the master's rule--
is made to seem possession by the slave.

   The vassal says: my king;
my prison, the convict says;
and any humble slave
will call the master his without offense.

   Thus, when I call you mine,
it's not that I expect
you'll be considered such--
only that I hope I may be yours.

   I saw you-need more be said?
To broadcast a fire,
telling the cause suffices--
no need to apportion blame for the effect.

   Seeing you so exalted
does not prevent my daring;
no god is ever secure
against the lofty flight of human thought.

    There are women more deserving,
yet in distance from heaven
the humblest of valleys
seems no farther than the highest peak.

   In sum, I must admit
to the crime of adoring you;
should you wish to punish me,
the very punishment will be reward.

Book: Radiant Verses: A Journey Through Inspiring Poetry