Humanidad
Y entonces aquí estoy -
y aquí en blanco me veo,
mi piel -la nevada de medianoche
donde ya nadie me atraviesa
con sus huellas, y sus huellas negras.
Y aquí entonces estoy sola,
la madrugada me canta desinhibida.
Ella canta de las caricias del sol en la mañana,
del balanceo suave de las estrellas,
sus bailes, sus matrimonios de fuego,
y entonces me canta en un susurro apacible
y así me deja sin aliento,
el peso de los secretos de siglos
me llena la boca con cenizas,
que saben a sepultura.
Mi lengua se ha convertido
en la voz de los antiguos.
Y estoy sola,
pero no me siento sola.
Sus dedos difunden,
repartidos en mis párpados,
los muertos resucitan como el sol
en mis ojos.
Y su sabiduría en mi rostro es una lápida,
en mi cuerpo un Domingo de Pascua.
Que se doblan en las arrugas de la mendiga.
Que fluyen como lágrimas de la boca abierta del cielo.
Que son chispas en la memoria de los niños.
Que mantienen las piedras de las pirámides
y llenan grietas en los huesos de las montañas.
Y en verdad, nuestros pies
comienzan a desmoronarse,
a unirse con los raíces del mundo.
Y en verdad estamos solos
pero no nos sentimos solos.
Llevamos al conocimiento en marfil,
al misterio, a la nostalgia olvidada.
En nuestras venas corre la sangre
de guerreros,
en los pulmones
las palabras
de Dios.
Copyright © Hana Ryusaka | Year Posted 2010
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